martes, 22 de abril de 2014

Con una lectura diferente.

Él era muy desprolijo. Cada mañana cuando me levantaba y lo miraba deseaba no poder verlo. Era ese el momento en el que el espejo era odiado por mi al mostrarnos juntos. Seguramente me oyó decir que me encanta lo desprolijo, lo desestructurado... Aquello que para la mayoría de las personas es imperfecto para mi no lo es. Sí, seguramente me oyó, pero se sobrepasó. Ya era demasiado para mi, ya no lo podía controlar, hacía lo que quería, no me respetaba, vergüenza me daba salir a la calle con él.

Era muy deseado por muchas mujeres, su altura, su luz propia, su figura y el espacio que ocupaba. Era maravilloso. Sí, lo era, hasta hoy. Hoy pude verlo caer muerto en el suelo.  Los ojos de algunas mujeres testigos eran enormes al ver lo que yo hacía, sin lastima alguna. Ellas, solo decían que nunca lo harían, no se animarían. Pero yo, disfruté saber que solo le quedaban pocos segundos conmigo.
Hoy lo maté, terminé con su vida, pues, hoy me he cortado el pelo. 

Te entiendo.

     Y me miró, y lo miré... Nos miramos. Todo el universo ahí, allí, en sus ojos. Todas mis sensaciones, las conocidas y las no tanto, situadas en un solo lugar, con un solo objetivo, mirarlo, entenderlo. Interpretar lo que aquellos caramelos de café negro querían decirme.. hablarme, pero sin palabras, es lo único que quería. Era un idioma sin letras, sin gestos, sin números, sin nada, pero con todo. Todo lo que no se puede transmitir de otra manera más que con el sentir, interpretar, expresar... no sabemos cómo, pero se entiende, se siente. 
    En fin. En este caso, creo no haber entendido lo que él quiso decime cuando lo miré y me miró. Pero sí logré sentir. Sentí que allí habían muchísimas emociones juntas, acumuladas, todas apretaditas una al lado de la otra, tanto, que ni ellas mismas conocían qué las delimitaba, qué era parte de ellas y qué ya no. Pude ver que ni él lograba comprender lo que sentía, no sabía todo lo que tenía dentro, intentando salir, pero que él, por miedo, no las dejó. Miedo, él sentía miedo! Miedo a que no pueda controlarlas por lo rápidas que eran.. Pobres, tanto tiempo allí, sin lugar ni oportunidad de expresarse, "Sería peligroso" seguramente pensó, "Qué caos!". Él sabía eso, conocía cómo estaban sus emociones, sus tristezas, sus encantos, sus caricias, y hasta sus palabras. Él, porque quería o veía la necesidad, intentaba evitar que esto pase. Que ellas salieran de él. No se sentía seguro, no quería.. Y otra vez, dándole lugar al miedo, aquel enorme que yo veía en sus ojos.. 
     Al final, solo tomó una decisión, la que quizás yo menos hubiese querido. Él solo agachó su cabeza y dejó de mirarme, deseando nunca más encontrar una mirada que le haga sentir lo que sintió cuando se encontró con la mía. No sé qué vio en ella, tampoco sé si quisiera saberlo, pero algo movió en él que nunca más se atrevió a mirarme
así.

Rutina.

Pienso que todos somos parte de alguna rutina...
así sea (en el caso de Atlántida hoy) salir a la tardecita de la mano de alguien (sobre todos los viejos), o sin nadie, ir por la peatonal y decir que qué lindas son las mismas cosas de los peruanos que están en vidriera todos los días. Parar y mirar las pinturas hechas de tiza (por 57452 vez) en la calle por el concurso anual en Enero (éste verano la más vista y/o con más halagos fue la de el cajón hecho con efecto 3 dimensiones, dejando caer 2 manzanas. Genial realmente.), decir que está muy buena la pintura, y pararse en la parte superior del cajón mostrándole a su acompañante el maravilloso efecto visual. Luego, pagar mucho por un helado, ver stands, y a la playa, rambla y/o comer gomitas (muy de moda) también es rutina.

Otros, la más común, se basa en levantarse temprano, apurado, desayunar corriendo o meando. Lavándose los dientes vistiéndose.. Llegar al trabajo o al estudio siendo un chiruso, o no (hay casos que sben disfrazarse muy bien).. Cumplir un horario con zapatos apretados o jean incómodos.. Llegar a casa, muerto en vida, no tener ganas ni de comer e ir a dormir, deseando llegue el fin de semana para ponerse al día no más que con el sueño y principios de mes para darse un gustito.

Otros, sufren la semana esperando el finde para destrozarse y sufrir más los días hábiles...

Y también, estamos aquellos, que nos damos un gustito cada día. Improvisando en todo lo que podemos. Nos damos el tiempo (porque sí se puede) para despejarnos y disfrutar también de las obligaciones que tenemos. Improvisar también es una rutina.
Así sea dormir y comer solamente, también lo será.
El secreto es no sufrirla, saber cuál queremos y cómo disfrutarla lo más posible, porque al final, la vida es rutina.

domingo, 13 de abril de 2014

Te leí.

      ¡Qué gesto! ¡Mama mía!
¿Cómo interpretarlo? Todos los días veo tantos gestos como personas mire, pero el tuyo, me dejó con uno enorme en mi cara. Uno d asombro al verte así. ¿Qué quisiste decirme? Bueno, quizás eso fue exactamente lo que no quisiste hacer y por eso tu cara habló por tí sin tu permiso. Vaya uno a saber qué pasaba por tu difícil cerebro para que los pobres músculos de tu cara quedaran paralizados de aquella manera al verme.
      Ellos me permitieron leerte, leer lo que pensabas, parecía que habías visto a alguien que creías muerto o muy lejos de tu vida. Quizás otra de las razones era que preferías no volver a verme por algún motivo que desconozco.
      Ellos, tus gestos, mostraron que me reconociste sin dificultad. Que yo fui alguien en vos. Formé parte de vos, mucho o poco tiempo, eso no importa, pero cualquiera haya sido fue suficiente para que muchas cosas t vuelvan a la cabeza al ir mi nombre, ver mi cara, una foto o alguna persona. Un gesto, u olor que te haga recordarme.
      Espero mi cara también te haya hablado en aquel cruce inesperado en aquella facultad en la que desconocía que estudiabas.
      Espero te hayan dicho que te extraño, que moría por verte y saber de ti. Deseo hayas entendido como yo. Ya que por por medio de palabras no pudo ser, no nos salieron, porque lo único que pudimos decir, como a cualquier otra persona, fue "Hola".